La herbolaria en la tradición mexicana

La herbolaria en la tradición mexicana

En los caminos de montaña, en los patios de tierra, en las cocinas donde el comal está siempre tibio… ahí vive la herbolaria mexicana. No solo como un recurso de sanación, sino como una forma de habitar el mundo. De entender el cuerpo. De comunicarnos con lo que no se ve.

En México, la herbolaria no es una alternativa: ha sido por siglos la medicina principal. En muchas comunidades indígenas lo sigue siendo. No es raro escuchar que “la abuela curaba con plantas”, que “las parteras sabían qué raíz usar”, o que “los curanderos escuchaban al cuerpo a través del monte”.


Medicina viva en pueblos originarios

La diversidad de pueblos originarios en México —nahuas, mayas, zapotecos, mixtecos, purépechas, wixárikas y más— ha desarrollado sistemas de medicina tradicional profundamente conectados con la naturaleza. Aunque los nombres de las plantas y los rituales cambien, se repite una misma sabiduría: el cuerpo se sana en diálogo con la tierra.

Se usan plantas para equilibrar los aires, para calmar los sustos, para limpiar el alma o fortalecer el corazón. Y no solo se toman: se sahúman, se bañan, se cantan, se siembran con intención.

Aquí, la herbolaria no es solo botánica. Es también conexión energética con el gran misterio. Cada planta tiene espíritu. Y sanar implica siempre pedir permiso.


Una historia milenaria (aunque negada)

La historia de la herbolaria mexicana es tan antigua como el maíz. Los códices prehispánicos ya documentaban el uso de plantas como el copal, el cacao, el tabaco, el peyote o el cempasúchil. Los mexicas, por ejemplo, tenían jardines botánicos y médicos que estudiaban propiedades de cientos de hierbas.

Durante la colonia, muchas de estas prácticas fueron perseguidas o despreciadas como “supersticiones”. Pero las mujeres, especialmente, sostuvieron este conocimiento en la intimidad de lo cotidiano: lo pasaron de generación en generación, en silencio, con amor.

Hoy sabemos que la farmacopea mexicana es la más abundante del continente, y una de las más importantes del mundo. La cantidad de especies medicinales que crecen en este territorio es tan vasta como su diversidad cultural.

A la par de China e India

Mientras la medicina china y la ayurvédica han ganado reconocimiento global, la herbolaria mexicana ha sido injustamente invisibilizada. Pero eso no significa que sea menos profunda, compleja o efectiva.

Tiene su propio sistema de diagnóstico, su propia lectura del cuerpo-energía, su propia relación con los elementos. Y, lo más importante: es una medicina viva. No es un manual antiguo. Es una sabiduría que sigue caminando en las manos de parteras, curanderas, yerberas y mujeres que siembran su jardín como altar.


Herbolaria como camino espiritual

Sanar con plantas no es sólo aliviar síntomas. Es también escuchar lo que el alma necesita decir. Por eso muchas limpias con ruda se acompañan de rezos. Por eso se toma té de tila no solo para dormir, sino para apaciguar el corazón.

La herbolaria mexicana no disocia lo físico de lo emocional, ni lo emocional de lo espiritual. Todo está vinculado. Y cada planta es una maestra dispuesta a ayudarnos a recordar quiénes somos.

En Matria, honramos esta medicina. La estudiamos con respeto, la preparamos con conciencia, y la ofrecemos como lo que es: un acto político, amoroso y ancestral.

 

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